Nos dejamos llevar por el impulso
siguiendo el latir de nuestro corazón;
haciendo daño a aquel a quien amamos
vamos tejiendo la desolación.
Lo colmamos de dicha en un momento
para un instante más tarde y sin razón
incarle en su pecho, un aguijón;
que lo deje frio, sin sentido.
Irrumpiendo su sueño vespertino
una noche de gélida soledad,
recibió unas frases resentidas.
No podía entender el desatino,
pensó que actuaría sin maldad,
provocada por antiguas heridas.
Saludos de crisálida quien lleva un año a cargo de este blog cuya función es hacer disfrutar a quien lo visite con sus poemas y relatos, y compartir materiales de su trabajo con los alumnos.
lunes, 20 de abril de 2009
Gelida soledad
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