lunes, 6 de abril de 2009

Sonidos articulados


En numerosas ocasiones, no somos conscientes del daño que pueden ocasionar nuestros labios cuando se abren para producir sonidos articulados. En muchos momentos de nuestra vida, lanzamos expresiones sin pensar siquiera lo que decimos, simplemente decimos. Eso me ha pasado a mí infinidad de veces.

No hace tanto, fue una de ellas, yo no estaba pasando un buen momento, sí, estaba contenta, eufórica, mejor dicho, pero era una falsa euforia, y al tratarse de eso, no con muy buenos frutos. El caso es que con este grado de exaltación en mi vida, dije alguna cosa que hirió o molestó a personas queridas, pero no encontraba el momento de aclarar la situación, hoy se ha dado ese momento, y cómo reconforta cuando aclaras las situaciones que pueden hacer que una relación se desequilibre o distancie.

En esta vida de prisas y sin sentidos, no sabemos elegir bien el momento de hablar o de callar, ni el de qué decir o qué callar. Hablamos porque hablar es lo que se lleva, es sinónimo de buenas relaciones, y en algunos casos eso no es del todo cierto.

Hace unos días, leí por algún sitio una cita de André Maurois que decía que ser sincero no era decir todo lo que se pensaba, sino no decir nunca lo contrario de lo que se pensaba, y nosotros venga, pensamos que la sinceridad es decir todo lo que pensamos aunque hagamos daño, a veces irreparable.

Espero que esta reflexión hoy hecha, me sirva al menos para tratar de cambiar, y piense antes de lanzar palabras al aire, pues palabras a veces tienen más fuerza que una tropa en la batalla. Palabras pueden cambiar el mundo o sumirlo en la destrucción más absoluta. Palabras, palabras, aspas que cortan el aire, palabras, palabras, hélices que cortan el agua, palabras, palabras, bisturís que cortan la carne.

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